La primera vez que tuve noticia de Luis Alberto Gómez-Restrepo fue el 26 de septiembre de 2013 en una librería de la calle Meléndez Valdés de Badajoz. Aunque, como luego pude saber, el escritor colombiano residía en la capital pacense —en un pequeño apartamento interior de la calle Arco Agüero— desde finales de los años noventa y se había hecho un nombre en algunos lugares de discusión y difusión cultural de la ciudad. Así, había sido un asiduo al Ateneo durante años y también se le había visto participar en la tertulia literaria del Ilustre colegio provincial de abogados de Badajoz, por no hablar de la que él mismo había dirigido —y convertido en mítica— en el café Carmen, a unos pocos pasos de la plaza de España, en la que reunió en torno a su figura a un buen montón de jóvenes aspirantes a escritores con los que ensayar…
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